El castigo de Némesis

julio 28, 2016 Orfeo 0 Opiniones

Pese al calor del ambiente decidí acercarme a ella e intentar mantenerla despierta. Intenté entablar conversación con esa joven más de una vez, pero mis intentos eran casi nulos hasta que uno de esos intentos floreció:
-          ¿Puedes oírme?
-          Sí, me cuesta… - Hablando entrecortadamente no la dejé seguir para que no pensara en lo que le pasó.
-          Tranquila, ¿cómo te llamas? – Le dije mientras contemplaba el entorno para ver lo que podía hacer para amenizar su ambiente.
-          Me llamo Susana, no me puedo mover muy bien.
-          ¿Qué te ha pasado? ¿Recuerdas algo?
-          Sí, lo recuerdo todo. Parece que ahora puedo hablar con mayor soltura. Llevaba semanas preparándome para una fiesta, mejor dicho, para “la fiesta”. Es el evento que todo estudiante del último año de la carrera ansía por asistir. Yo no quería ir por lo que me decían los demás, si no que quería ir por Izan, el chico más guapo que jamás me había imaginado conocer. Pensaba ir con un vestido de flores, pero cuando mis amigas me dijeron que iba a hacer mal tiempo, decidí ponerme unos vaqueros con una blusa azul, en fin, me lío. Desde que me enteré de mi invitación a la fiesta, llevaba nerviosa toda la semana y obviamente lo pagaba con mis padres. – Empezó a toser incesantemente y justo cuando le iba a sacar otro tema de conversación, ella continuó con su intervención. - Ayer mi hermano se iba de viaje a Londres con su instituto y no le pude despedir en el aeropuerto porque había quedado con mis amigos. Y hoy antes de salir de casa, tuve una bronca con mi madre porque no me dejaba llevar maquillaje, algo que a mi edad lo veo totalmente normal, pero en realidad ese no era el motivo. La verdad era que mis amigas habían decidido entre ellas que a la que no le tocaba beber para conducir, era yo, con lo que me encantaba la cerveza… En definitiva, me despedí de ella, maquillada y con un portazo del coche y no sin antes decirle un “te odio”. Llegué a la fiesta con mis amigas y nos lo pasamos genial: bailamos, me enrollé con Izan e incluso hizo lo que no tenía que haber hecho, bebí, bebí mucho e incluso tomé pastillas amarillas. Cuando nos fuimos de la fiesta, llevé el coche como pude, pero mi cuerpo no pudo aguantar  tanta mierda en el cuerpo y… bueno, ya no recuerdo más.
-          Bueno, ahora vienen para sacarte de aquí. – Empezó a temblar y se le comenzaban a secar los labios.
-          ¿Sabes de lo que más me arrepiento? Nunca pude ver lo que hacían mis padres por mí y no supe hacer nada mejor que agradecerles todo lo que me habían dado con su coche hecho añicos. Jamás me perdonaré darle a mi madre la última imagen de su hija diciéndole un “te odio”. Nunca le he dicho que, por muy mayor que fuera, siempre me ha encantado recibir los besos de buenas noches que me da cada día, su desayuno que me tiene preparado a pesar de decirle que no quería y, sobre todo, por ser mi mejor amiga. – Su temblor aumentaba.
-          ¿Tienes frío? Están a punto de venir, aguanta.
-          Me gustaría que les dijeras algo.
-          No es necesario, se lo dirás tú.
-          Escúchame, dile a mi padre que no deje a mamá llorar por mí, porque sé que se estará culpando por dejarme ir en el coche. A mi madre, decirle que ella no tiene la culpa de que su hija sea una inconsciente que no sabe valorar a los suyos. A mi hermano, decirle que me hubiera gustado despedirme de él y que cuando papá no esté en sus mejores días, sea él el hombre de la casa.
-          De verdad, no creo que sea necesario…
-          Y a los padres de mis amigas, pedirles perdón. Perdón por no haber cumplido con mi palabra de no beber y por haber tomado estupefacientes. Perdón a todos y a ti, darte las gracias por escucharme y por favor, te pido que les comuniques a mi familia lo que te he dicho, quiero que seas el Hermes de mi mensaje. -Cerró los ojos y dejó de temblar.
Llegó la ambulancia y la guardia civil, confirmando la muerte de todos los pasajeros del vehículo que había dado varias vueltas de campana a 190 kilómetros por hora en la autovía. Por suerte no hubo víctimas ajenas al vehículo.
Cumplí la promesa que le hice a la joven y, en su funeral, la familia escuchó las palabras textuales que me había dicho su hija.

Y así, sin quererlo, un simple ciclista como yo, presenció una de las escenas más duras que recordaré para siempre.

Tarde o temprano

julio 19, 2016 Orfeo 0 Opiniones

Todavía me imagino un mundo en el que mi única preocupación sea dejar de pensar en los demás. Sigo creyendo que me aparto de mis seres queridos porque soy una carga, una de esas que consiguen pesar hasta cien kilos. Me preocupo por el resto y lo único que consigo es bajar su paciencia junto con la caída de mi peso. Vivo creyendo que no valgo, que no existo y sobre todo, que no soy prescindible. Nadie ha dependido ni dependerá de mí y es algo que me entristece, pues necesito a alguien para sentirme querido y ahora ese alguien se ha ido y los que siguen, sé que tarde o temprano seguirán su ejemplo.

Tu huella

julio 13, 2016 Orfeo 0 Opiniones

Siento que he dejado de existir desde el momento en el que te has ido. Tu huella sigue muy profunda y el tiempo no la ha erosionado, muchas veces pienso que te gusta verme así. He vivido demasiado tiempo con nuestros recuerdos y los sitios que hemos visitado no ayudan a olvidarte. Arde mi corazón y no encuentra ningún Lugar donde extinguir el sufrimiento.

Aprender

julio 07, 2016 Orfeo 0 Opiniones

Contigo aprendí a ser yo mismo, aprendí a no tener que preocuparme de ser quien soy. Tú me enseñaste a no preocuparme por las opiniones ajenas y a ser feliz con lo que tengo. Tú me enseñaste el valor de la palabra amistad y a no depender de una persona. Más tarde me enseñaste a desconfiar de todo y de todos, pero no de la manera en la que me hubiera gustado aprenderlo.

La Tristeza

julio 01, 2016 Orfeo 0 Opiniones

La tristeza te pilla así, de repente, como una piedra en el cristal, o el zumbido de un mosquito en la oscuridad. Cuando miras una fotografía y así, de pronto, sientes que el cascarón vuelve a quebrarse porque estás tan vulnerable que es apenas de papel.
¿Por qué la echas tanto de menos? Si no tienes defensas ni contra una noche tan tonta como ésta.

Nueva etapa

julio 01, 2016 Orfeo 0 Opiniones

Creo que hoy es el día en el que tengo más fuerza desde hace un tiempo para contar lo que me ha pasado. Sinceramente, me he visto en un bucle de constantes desdichas que me han llevado a un mal estar conmigo mismo y, gracias al azar, no lo he pagado con los demás, al contrario, la compañía me ha evocado muchas veces al olvido de mis problemas. Tal día como hoy he decidido cambiar, no sé si a bien o a mal, pero he optado por ser fuerte, por no depender de nadie, por crear una independencia que me sirva de escudo a los problemas y sobre todo a ser feliz. Tal vez la enumeración suene un poco egoísta, pero llevo demasiado tiempo pensando en los demás sin recibir recompensa (que tampoco la pido) pero a veces el humanismo se agradece cuando lo recibes tu también. Puede que esté pidiendo demasiado a mis amistades cuando pido un mismo tratamiento, pero sinceramente es lo que busco. Muchas veces recapacito en si la escasa preocupación que tiene la gente hacia mi persona se debe a que tal vez no tenga cabida en este mundo, pero por suerte siempre tenía a una persona que me disipaba esas ideas de la cabeza. Ahora, esa persona se fue, demostrándome que es igual a todo el mundo, que sólo quiere vivir y que no desea atarse a mí. Sé que no dispongo de un pensamiento propio de mi edad ¿pero de verdad pido demasiado? 
Tal vez pueda engañar a los demás, pero a mí mismo ni puedo, ni quiero, creerme que no. No quiero engañarme a mi mismo viviendo en una falsa realidad, porque no todo en esta vida es alegría. ¿Con quién pasaré tardes de efusivo entretenimiento? ¿Con quién me evadiré en mis peores etapas? ¿Quién me aportará esa sensación de importarle a alguien con sus problemas?
Sé que esta es otra etapa más de la vida que tengo que afrontar, pero sinceramente ni quiero, ni me apetece. Solo quiero volver atrás y vivir cada momento con el doble de intensidad y disfrutar de unas de las mejores amistades que he vivido. He pasado por esto otras veces, pero ninguna me ha afectado como ésta. Hoy es la primera vez que he llorado con este tema, tal vez porque también es la primera vez que me paro a recapacitar en la pérdida.
No estoy publicando ésto aquí para que sientas pena por mí, sino porque igual que otros se desahogan agrediendo, jugando, llorando e incluso bebiendo, yo lo hago escribiendo y como no puedo escribir nada en vano, aprovecho para hacer publica mi nueva etapa. Una etapa llena de fuerza y añoranza por esta pérdida. He perdido la noción del tiempo durante estos años de mi vida y, sinceramente, es porque nadie me había hecho sentir tan libre. Desde aquí, quiero decirte que te echaré de menos y tú, querido y paciente lector, no te preocupes por mí, porque creo que ahora he podido abrir los ojos.